
Cuando todo cambia, todo pasa y todo pesa.
Todos se van y todo queda, nadie se va y nada te queda.
De ironías la vida está compuesta y sumergida en la crecida de un río.
Pero dice la mayoría que de amor nadie se muere.
¡Qué hay del corazón!
Ese, ¿Dónde queda?
Es como un cazador furtivo y efusivo, parecido a cupido.
Transeúnte camina en ocasiones desprendido del cuero.
No se hable del desplome que lejos del cerebro,
puede provocar.
La vida va y la vida viene.
En esta vida no hay quién se libere.
De una vida que susurra o a voces grita,
no quiero sufrir más.
Entonces, nuevamente sucede el amor aparece.
Despierta de un sueño inducido, porque en su naturaleza
no está el ser evasivo.
Cuál ADN destruido, moribundo y equivoco.
Un amor a medias no es amor y tampoco sinónimo de ser uno.
Es vivir a mitad, con el corazón gritando te amo y el alma
cuál melodía entona esa letra contagiosa: “De andar desintegrados.”
Pola Guadal©